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Por: Lourdes María Serra Otero

Hola Enrique y internautas de CubaDebate:
Soy de la graduación cero 0 – 1974, de los que fuimos a construir la Lenin y estuvimos en la Inauguración en enero de 1974. Realmente hay una graduación anterior en 1973, ya era Lenin, pero no estaba inaugurada, por eso le diecen la -1.
Conozco a algunos de tu grupo. Nosotros también nos reunimos, muchas veces en mi casa y las últimas dos veces gracias a la colaboración de una casa de abuelos en Centro Habana. Espero que pronto podamos reunirnos nuevamente en mi casa.
Nosotros, los de mi generación, amamos La Lenin y tenemos un sentido de pertenencia muy fuerte, será que la vimos nacer desde que Fidel diera la idea el 8 de abril de 1971 en el tabloncillo de lo que fuera Vento Secundaria, cuando por invitación de los propios estudiantes vino a ver cómo funcionaba la Escuela de Monitores de Vento creada por él en 1966, en las instalaciones de lo que había sido la escuela de Administradores creada por el Ché en los entornos de Rio Cristal y la tasa de Vento del Acueducto de La Habana.
En ese entonces andábamos por La Coronela y la directora era Reyna Mestre Veitía. Marchábamos por la calle 228, sin separador central (hoy 230), cuando pasó el Yip con nuestro amado Comandante y cómo hormigas le caímos arriba y le dijimos que éramos los monitores de Vento y que en La Coronela eran los albergues y la escuela allá casi en 51, pues ya no cabíamos en la Vento original y después de pasar por antigua escuela militar de Punta Brava nos habían mudado para ese lugar.
A los pocos días vino de visita y le mostramos todo lo que hacíamos. El final fue una actividad cultural, en el tabloncillo dónde el tantas veces practicó Baloncesto con el equipo nacional (incluidos dos de nuestros estudiantes, Raúl Padrón y Roberto Arrebato) y cerró con una danza de Palo de Monte y un pegajoso baile del Gallo y la Gallina, “Piti Pinnguero …”. Él nos hizo bajar del escenario para conversar con nosotros, así pintados y vestidos como esclavos, y muchachos al fin lo rodeamos cerquita de la puerta que da acceso al tabloncillo.
Nos dijo que merecíamos una escuela nueva y que él pensaba en unos terrenos cerca del Parque Lenin, donde habían practicado tiro preparándose para el Asalto al Moncada y nos preguntó qué nombre le pondríamos y a la propuesta de algún estudiante ¡Lenin!, una ola de alegría nos impactó a todos. Ese día fue para mí especial, pues era la víspera de mis 16 años y lo había pasado junto a Fidel.
A partir de ahí nos visitaba frecuentemente, se encaramaba en el capot del Yipi para conversar con nosotros. Un día nos dijo que había pasado por el lugar y todavía había sembrado boniatos, pero si queríamos tener escuela había que ayudarla a construir y así comenzó la Gran Obra. En septiembre de 1972 nos mudamos para allá. Solo existían los dos primeros edificios de albergue, y la primera sección del edificio docente. El agua había que cargarla en latas de aceite desde el Tanque elevado a la entrada de la futura escuela. El comedor era una nave que los constructores usaban como almacén y cómo éramos los de 12 y 13 grado siempre comíamos de último. Un día, tarde en la noche, el director Chávez se subió en el pasillo de la nave y nos dijo señalando hacia los cimientos de las edificaciones: “Ustedes ven todo esto, pronto será la escuela” y señalando hacía el monte: “Ahí se construirán las fábricas.”
EL 30 de enero de 1974 ya en La Lenin los estudiantes trabajaban y estudiaban: se ensamblaba la computadora CID 201-B y yo era una de los que aprendió, estudié informática y hoy en día todavía enseño informática donde se me necesite; se ensamblaban radios, y se hacían pelotas y guantes para la industria deportiva. Manteníamos los círculos de interés. Estudiábamos , por falta de maestros éramos monitores de los grados inferiores, desfilamos el 1 de mayo de 1973 por primera vez con el uniforme azul que ayudara a diseñar Celia Sánchez, bailábamos y cantábamos en festivales, en congresos, inauguraciones de escuelas en el campo y sobre todo soñábamos con ese futuro luminoso que avizoraba nuestro Comandante.
¡GRACIAS POR TODO FIDEL!, y esperamos que esa idea genial de crear nuestra escuela continúe dando frutos para las nuevas generaciones.

Lourdes Serra Otero duende.habanero@gmail.com


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